martes, 19 de febrero de 2013

Hijos de la droga

Esta portada no duraría mucho...

    Hay libros que suponen la bandera de toda una generación. Libros que son el reflejo de un estilo de vida, con sus grandezas y sus miserias, y que para poder identificarlo con exactitud, la lectura de estos escritos se hace obligatoria. Novelas como “On the road” lo fue para los Beats, o “Historias del Kronen” lo fue para una parte de la juventud española de los noventa.
Hijos de la droga, Círculo de Lectores, 1988
   Sin duda, si hay un libro que represente los valores y los usos sociales de una generación maldita, como es a la que golpeó la droga en los ochenta, ese es “Hijos de la Droga” (Wir kinder vom banhof zoo; Los niños de la estación del zoo; 1978). En plena guerra fría, con la sociedad cada vez más deshumanizada, el consumo de alcohol y drogas se extiende rápidamente por todas las capas sociales y comienza a causar estragos entre los más débiles, los jóvenes, que por entonces desconocían las consecuencias y repercusiones que el consumo de estas sustancias podía acarrear.
    La desinformación que existía en torno a este asunto era absoluta, así que pronto empezaron a circular las primeras voces de alarma en forma de literatura. En Estados Unidos aparecieron libros como “Pregúntale a Alicia” (1973), o “Sara T., el retrato de una joven alcohólica” (1968), pero hasta entonces ninguno se había metido de lleno con el problema de la heroína, que en ese momento empezaba a golpear duro en Europa.
    Hasta esa fecha, la historia de la literatura “yonki” siempre había retratado a la “jeringuilla” desde un punto de vista romántico. Los adictos a la aguja hipodérmica eran ricos y famosos productores de Hollywood en las novelas de Raymond Chandler, o carismáticos rebeldes sin causa en los relatos de Burroughs. Por eso, cuando los periodistas alemanes Kai Hermann y Horst Hieck investigaban la muerte por sobredosis de una joven berlinesa de catorce años, se encontraron con el testimonio de Christiane Vera Felscherinow, una de las amigas de la víctima, y decidieron publicar la historia en forma de novela.
    La que iba a ser una entrevista de dos horas se prolongó durante dos meses, y es de esta manera como los dos periodistas pudieron recopilar todo el material para generar la novela, que parte del juicio contra Christiane, la protagonista, por prostitución y consumo de drogas. No, no es precisamente una novela cargada de recursos literarios, de giros poéticos o de protagonistas Joycianos, pero lo cierto es que cuenta con todos los elementos necesarios para constituir todo un pelotazo editorial.
    "Los niños de la estación del zoo" no es sólo una novela de denuncia. Es también una historia de aventuras, de tragedias, de viajes, de traiciones y de amor. Del amor entre Christiane y Detlef, que es el hilo argumental de la novela. Pero también del amor, o en este caso desamor, entre los padres de Christiane, o entre la propia Christiane y sus padres. La incomunicación intergeneracional, la lucha por la supervivencia y el drama que supone vivir en una sociedad hostil y rodeada de hormigón son el entorno sobre el que se mueven los protagonistas y donde el lector puede encontrar su fiel reflejo de la cotidianeidad.
Christiane Vera F. en 2006
Por lo demás, se puede decir que esta novela sería la que sentara las bases para crear el recurrente estereotipo de la “Escalada de la droga”. Los niños de la estación del zoo, no son otros que la pandilla de amigos de la parroquia, que un día decidieron probar algo más que los refrescos de cola. Sus idas y venidas por los centros de desintoxicación (entre los que van sobreviviendo) y sus sucesivas recaídas sumen al lector en la desesperada búsqueda de un final, alegre o triste, pero que ponga fin a semejante tragedia.
    Lo cierto es que treinta y cinco años más tarde la novela continúa sin final. Durante un tiempo se dijo que toda la historia era un fraude, pero Christiane Vera Felscherinow lo desmentiría, afirmando que además seguía coqueteando con la heroína. En 2008, y después de algún que otro escándalo, la justicia alemana le retiraría la custodia de su hijo por su continuado consumo de esta sustancia. En la actualidad, Christiane cuenta con su perfil personal en Facebook, donde en su álbum de fotos podemos ver algunas imágenes de Detlef, Stella, Axel y Babsi, e incluso unos dibujos de ésta.
    El éxito que tuvo la novela nada más ser publicada en Alemania fue arrollador, por lo que rápidamente se tradujo a otros idiomas del entorno e incluso se llegó a hacer una película, hoy de culto. En España hubo hasta tres ediciones del libro con diferentes títulos [“Los niños de la estación del Zoo” (Argos Vergara, 1979), “Hijos de la Droga” (Círculo, 1982) y “Yo, Christian F.” (Círculo, 1988)], pero hoy resulta bastante difícil encontrarlo. De los seis u ocho ejemplares que podemos adquirir en librerías de Internet (entre ellas en la nuestra), cifra bastante baja para las decenas de miles de ejemplares que se debieron imprimir, el precio (a fecha de 2013) oscila entre los 40 y los 100 euros. Aunque si uno no es muy fetichista y le basta con leerlo, también circula gratis en pdf por la red.


No hay comentarios:

Publicar un comentario